EL TIEMPO
EL TIEMPO
Una historia sufí cuenta que los animales, reunidos en asamblea se quejaban de que los humanos les arrebataban cosas que les pertenecían. La vaca comento que le quitaban la leche. La gallina, de que le robaban los huevos. “De mí aprovechan la carne para hacer jamón”, dijo el cerdo. “A mí me cazan por mí aceite”, dijo la ballena. Pero el caracol sabía que él tenía algo que los humanos deseaban por encima de todo y que le quitarían si pudieran: TIEMPO.
Una de las grandes ironías de nuestro tiempo es que, a pesar de todo lo que se ha inventado para ahorrar tiempo, nos quejamos hoy más que nunca de su falta. Una de las razones de que nos falte el tiempo es nuestro estilo de vida individualista. Cuando vivíamos en comunidades, compartíamos las tareas y lo que uno no podía hacer lo hacia otro. El toma y daca de la vida en comunidad se basa en el principio de que cada persona es parte de un todo y contribuye a ese todo. Pero en nuestra sociedad no podemos delegar con facilidad, ya que funcionamos como islas separadas.
Una historia sufí cuenta que los animales, reunidos en asamblea se quejaban de que los humanos les arrebataban cosas que les pertenecían. La vaca comento que le quitaban la leche. La gallina, de que le robaban los huevos. “De mí aprovechan la carne para hacer jamón”, dijo el cerdo. “A mí me cazan por mí aceite”, dijo la ballena. Pero el caracol sabía que él tenía algo que los humanos deseaban por encima de todo y que le quitarían si pudieran: TIEMPO.
Una de las grandes ironías de nuestro tiempo es que, a pesar de todo lo que se ha inventado para ahorrar tiempo, nos quejamos hoy más que nunca de su falta. Una de las razones de que nos falte el tiempo es nuestro estilo de vida individualista. Cuando vivíamos en comunidades, compartíamos las tareas y lo que uno no podía hacer lo hacia otro. El toma y daca de la vida en comunidad se basa en el principio de que cada persona es parte de un todo y contribuye a ese todo. Pero en nuestra sociedad no podemos delegar con facilidad, ya que funcionamos como islas separadas.
A menudo dejamos atrás nuestras almas y, en medio de las prisas, nos olvidamos de los sueños, de la empatía y de la capacidad de maravillarnos. Cuando estamos en contacto con nuestros ritmos naturales, nos resulta mucho más fácil trascender el tiempo, una manera de conseguir esto es meditar, otra pasear por la naturaleza, orar, escuchar música o leer un buen libro. Cuando conseguimos salir aunque sea por unos momentos del agitado ritmo de nuestras vidas, nos beneficiamos física, mental y espiritualmente.
Tuiavii era un sabio líder indígena de Samos, viajo a Europa a principios del siglo pasado, sus discursos dirigidos a su pueblo eran para advertirles acerca de la perversa fascinación que en Occidente tenían por el tiempo. En uno de ellos decía que “ entre la salida del Sol y el Ocaso, hay más tiempo de lo que un hombre necesita”.
¿Podemos imbuirnos de esta actitud?. Todos estamos en el mismo barco. Compartamos nuestros problemas y tratemos de aliviarnos mutuamente de la preocupación que nos causa esta percepción del tiempo como enemigo.Convirtamos nuestros momentos en silencios agradables, en serenidad, en hacer lo que nuestro corazón anhela……o disfrutemos simplemente sin hacer nada.Besos, carmen.
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